martes, 23 de mayo de 2017

CHRIS CORNELL, un héroe menos, una leyenda más...

Es difícil comenzar a escribir sobre la base de la muerte, es difícil comenzar a escribir sabiendo ya el desenlace, personalmente por eso me cuesta tanto deletrear estas líneas, nunca fui un acérrimo fanático de Soundgarden, de hecho, me declaro un “fan boy” de nirvana, pero si de algo estoy seguro, es que si el grunge no hubiera existido, el rock se hubiera transformado en el nuevo pop, y la industria habría mutado a una especie de mezcla entre Michael Jackson con Madonna…

¿Hacia dónde vamos?, esa era la consigna de estos adolescentes de Seatle, que no se sentían identificados con rockeros que se pintaban los ojos, se vestían con ropas afeminadas, con brillos y pirotecnia, ellos eran más bien de la calle, camisas a cuadros, y jeans rotos, no por moda, sino que era lo que había, recuerdo una entrevista a Dave Grohl, en donde criticaba los programas busca talentos como american idol, o cosas como esas, y hacia un reflexión que no la recuerdo literal, pero era algo así, “no puedes estar haciendo una fila todo el día, para en dos minutos, convencer a tres o cuatro personas que poco y nada saben de música, entregarles tus sueños, tu esperanza, tu vida misma, solo en esos dos minutos, en donde además de destruir tus sueños, se van a burlar de ti, no, eso no, lo que deben hacer, es juntarse en la cochera de un amigo, crear canciones, ensayar, día tras día, tocar muy mal, seguir ensayando, seguir tocando muy mal, hasta que un día, sin pensarlo mucho, se transforman en Nirvana”. La historia de Chris Cornell es un poco de eso, nada muy planeado, grabación de discos espectaculares, shows en vivo a todo volumen y ese mensaje entre líneas en donde le hacía pequeños guiños a la muerte, su propia muerte, no importa cuantos años pasen, no importa cuánto de nosotros haya muerto, lo único cierto es que estos tipos que son tocados por la barita de la genialidad, no nacen todos los días, por eso su muerte la sentimos como propia, como si algo dentro nuestro también muriera, como si esta tétrica pesadilla no terminara jamás.

Se me viene a la cabeza cuando estaba mirando las noticias hace muchos años atrás, en la casa de mi abuelo, y aparece la notica de que Kurt Cobain había muerto, se había suicidado, tenía 12 años, pero se me estremeció todo el cuerpo al enterarme, hoy con 33 años, al enterarme de la muerte de Cornell, no me dio mucho, pero a medida que pasaron las horas fui tomándole el peso a lo que significaba, que uno de los últimos líderes del movimiento grunge,  (sin pretenderlo el mismo obviamente), había partido, yo mismo toco música grunge con mi banda, escribo acerca de muerte y depresión todo el tiempo, tal vez por mis propios fantasmas que aparecen de vez en cuando, y que tipos como este, deben tenerlos en su día a día, no lo sé, es solo mi imaginación, jamás me podría poner a la altura de él, pero si puedo imaginarme lo que siente.


Recuerdo cuando me compre el primer cd de Audioslave, lo hice porque imaginaba que era un disco parecido a rage against the machine, o por lo menos similar en cuanto a estilo, pero al ponerlo, fue otra la sensación, la voz de cornell le daba esa mezcla perfecta, no era algo tan nuevo, sentía como si lo hubiera escuchado antes, pero en verdad, era soundgarden sonando en mi cabeza, no recordaba lo mucho que me gustaban, nunca los escuche tan detalladamente, los ponía de fondo para acompañar alguna lectura, o sin querer cuando estábamos carreteando, pero ahí entendí, lo muy importante que eran en mi vida, formaban parte de todos mis set list, cuando cargaba de música mi celular o al grabar un cd de mezclas… entendí, lo mucho que ha significado para mi la voz de Chris Cornell, hoy, a varios días de su muerte, le he querido escribir estas líneas con el mayor respeto posible, lo repito nuevamente, nunca fui fanático a muerte de Soundgarden,  pero valla que si han marcado mi vida y mi historia musical, desde acá solo me queda darle las gracias a Chris Cornell por tanta genialidad, por tan buenas letras, por tan buena música, no somos nada, pero a la vez, somos todo en una sola canción, gracias por todo maestro, hasta siempre!!!

Charly Maturana

Fell on black days

Whatsoever I've feared has come to life
Whatsoever I've fought off became my life
Just when everyday seemed to greet me with a smile
Sunspots have faded
And now I'm doing time
Cause I fell on black days

Whomsoever I've cured I've sickened now
Whomsoever I've cradled I've put you down
I'm a search light soul they say
But I can't see it in the night
I'm only faking when I get it right
Cause I fell on black days
How would I know
That this could be my fate

So what you wanted to see good has made you blind
And what you wanted to be yours has made it mine
So don't you lock up something that you wanted to see fly
Hands are for shaking
No, not tying
No, not tying

I sure don't mind a change
But I fell on black days
How would I know
That this could be my fate.
Caí en los días negros
Cualquier cosa que he temido ha llegado a la vida
Cualquier cosa que he combatido se convirtió en mi vida
Justo cuando parecía que todos los días me saludan con una sonrisa
Las manchas solares han desaparecido
Y ahora estoy haciendo tiempo
Porque caí en los días de negro

Aquel a quien he curado He enfermado ahora
Aquel a quien he acunado he puesto abajo
Soy un alma la luz de búsqueda que dicen
Pero no se puede ver en la noche
Sólo estoy fingiendo cuando lo reciba bien
Porque caí en los días de negro
¿Cómo puedo saber
Que éste podría ser mi destino?

Así que lo que quería ver bien te ha hecho ciego
Y lo que quería ser tuyo ha hecho que las minas
Así que no se bloquea algo que quería ver volar
Las manos son para sacudir
No, no es vinculante
No, no es vinculante

Estoy seguro que no les importa un cambio
Pero me quedé en los días de negro
¿Cómo puedo saber
Que éste podría ser mi destino?



martes, 16 de mayo de 2017

MI PRIMERA VEZ

Aún recuerdo esa primera vez, caminábamos por los pasillos del techado de san Fernando de un lado al otro, creyéndonos todo lo que no éramos, y viviendo lo que no debíamos vivir, éramos los Guns n’ Roses del comercial, (liceo técnico profesional de San Fernando), éramos los malditos putos amos del lugar, éramos las estrellas más brillantes de todo el hemisferio sur, éramos la banda que habría la noche, en un evento que lo que menos tenia era rock, un concurso coreográfico, muy de moda en esa época, pero poco nos importaba eso, solo queríamos tocar, más de tres mil personas entraron ese día, no cabía un alma en las graderías y nosotros ahí, con nuestros 15 años a cuestas, dispuestos a reventar el lugar con nuestra música.

Miraba la cara del Pablo, que por ese entonces era mi mejor amigo y bajista de la banda, nervioso pero tranquilo, con su pinta de punk de los ’70 y una mirada perdida, profunda y con esa lealtad pocas veces vista en un músico, y para que decir un amigo, al lado de él, el Víctor, al que todos decíamos “el pescao”, nunca supe porque, pero bueno, era un buen tipo, pero a decir verdad, era el único que no encaja en la banda, era el guitarrista de la banda, segundo guitarrista según yo, pero lo digo hoy, el tocaba muy mal, pésimo, y yo, bueno, yo tocaba peor… el más tranquilo de todos, era mi hermano del alma, el Pancho, baterista con ya algún recorrido, de hecho era el único de la banda que ya había tocado en vivo, no una, sino que varias veces, tal vez por eso era el más tranquilo de los cuatro, pero en el fondo, y esto me lo confeso un par de años después, estaba tan cagado de miedo como yo.

Faltaban solo minutos para la presentación de “The Rock Masters”, si, ese era el nombre que llevamos, con orgullo y con soberbia, una puesta en escena de banda glam de finales de los ’80, ropas un poco grunge, y una actitud de desafío y sin miedo… yo estaba todo cagado, pero no podía permitir que los demás lo descubrieran, era el líder, el vocalista, la cara de la banda, el Axl Rose del comercial… seguíamos paseándonos por los pasillos del techado de San Fernando, ya las tres mil personas se comenzaban a impacientar, se escuchaban silbidos, era algo así como el estadio, pero con la acústica espectacular de ese recinto, cuando de pronto comienza la música, típica música de baile de la época, y sale él, el animador más cool de la época, el keno, (o algo así se llamaba), era del comercial, pero lo contrataban para todos los eventos estudiantiles de esa época, todos los liceos lo querían en sus fiestas, y bueno, el tipo tenía buena pinta y una onda tipo huevo Fuenzalida en la época del extra jóvenes, con una introducción que la verdad poco se entendió, mis compañeros de curso nos dijeron, que nos apuráramos, por que la cosa ya había empezado, sin más ni más corrimos hasta el centro de la pista, tomamos nuestros instrumentos y esperamos, fueron algo así como 40 segundo, pero pasaron tan lentos, que pareció una hora…


Se encienden las luces, un aplauso bien tibio, que paso a un silencio que casi penetraba por toda la bulla que se escuchó cuando el Keno había salido en escena, le subo el volumen a mi guitarra y el Pancho da esos tres golpes con las baquetas, y el estadio casi se reventó cuando comenzaron a sonar los acordes de “Proud Mary” de los Creedance, fue algo único, todos los nervios, toda la sensación de ansiedad de cerca de seis meses que estuvimos ensayando solo para ese momento, habían llegado a su punto más alto, comencé a cantar, y los retornos llegaban a tirarme viento de lo fuerte que sonaban, mi voz, si, mi desafinada voz estaba saliendo con todo el volumen posible y había tanta gente en frente mío, que no podía distinguir las caras, las expresiones o si les estaba gustando o no, el estruendo era tremendo, todo sonaba muy fuerte, era la sensación más bacán que había sentido en toda mi vida, esa primera vez no fue como la de la mayoría que conozco, no fue en una tocata, no fue frente a mis amigos, no fue con amplis pequeños y con sonido defectuoso, fue todo lo contrario, tres mil personas, un volumen que reventaba los oídos, y nosotros ahí, justo ahí, en el medio de todo, tocando tan mal como nos era posible, pero con una onda y unas ganas que pase de cantar a gritar… cuando terminamos la primera canción, se escuchó el estruendo, todos gritaron y aplaudieron, no nos estaba yendo mal (al parecer), luego del silencio, vinieron los acordes mágicos, sol re do, y comenzábamos a tocar Knockin’on heaven’s door y ufffff, fue tremendo, con esa canción no te puede ir mal, y no nos fue mal, salimos victoriosos en nuestra primera vez, entre fríos aplausos y gritos de algunas chicas, entre la incertidumbre y desconcierto sin saber si lo habíamos hecho bien o mal, pero con la convicción de que ese era el camino, ese era nuestro sueño, hasta el infinito y más allá, a no parar más y a seguir con la segunda parte de la música, la creación, nos prometimos lealtad eterna, nunca dejar de tocar, pasaron muchas cosas en el camino, pero esa es una historia muy larga, que la iré contando de a poco, un paso a la vez, por ahora solo les diré, que mi primera vez fue extraordinaria, tal vez por eso nos costó tanto asimilar las derrotas, pero como dije, esa historia es para después… gracias por leerme, si es que llegaron hasta aquí, he vuelto a esta locura que empezó hace unos años, amo escribir, nunca debi dejar de hacerlo… como siempre, rock, poesía y muerte…